Los proyectos que logramos son lo que más ayuda a mejorar nuestra autoestima porque nos hace subir de categoría, nos impulsa a un nivel superior en nuestra vida y nos proporciona además una dosis muy grande de satisfacción personal.
Tener proyectos es algo fantástico, pero conseguirlos lo es aún más. Así que hoy lo que voy a explicarte son los trucos que yo utilizo para que los proyectos que me propongo se conviertan en realidades. Esta es la fórmula que transmito a mis clientes y te aseguro que se sorprenden de lo fácil que es conseguirlos
¿Qué es lo que de verdad es un proyecto?
David Allen en sus libros sobre el método GTD considera un proyecto todo lo que tiene más de una acción. La mayor parte de autores que escriben sobre organización y gestión del tiempo piensan lo mismo. Yo no. Bueno, técnicamente sí lo son, lo reconozco, pero a mí me cuesta mucho considerar “hacer la revisión anual del coche” uno de mis proyectos personales. Me niego a que eso sea uno de mis proyectos del año. ¡Vaya vida si eso es uno de tus proyectos! Ese tipo de “cosas” yo las llamo resultados de acciones encadenadas. Es decir, aquellas cosas cotidianas, más o menos habituales que acaban en un resultado final y que son el resultado de varias acciones concretas. El nombre PROYECTO yo me lo guardo para aquellos objetivos que me hacen dar un salto de calidad en mi vida personal o profesional; es decir, aquellos que me producen satisfacción personal. Solo si cumplen esta condición los considero así y merecen aparecer en mi lista de proyectos del año o del trimestre. Siempre me planteo ese filtro. Las acciones encadenadas y los proyectos se manejan igual o prácticamente igual, pero no son lo mismo desde mi punto de vista. (A estas horas alguno de los puristas de GTD ya está buscándome para mandarme una cabeza de caballo como en El Padrino). Así que yo me refiero como proyecto a esos objetivos que cuando te planteas conseguirlos te hace ilusión porque tu vida va a mejorar de alguna forma. A mí, lo de llevar el coche a la revisión, no me hace mucha ilusión, la verdad. Lo divido en acciones, las anoto en mi agenda, las hago y las tacho, pero cuando me acuesto esa noche en que ya tengo el coche en el garaje con la revisión hecha no pienso “¡Qué feliz que soy!”.
¿Cómo has de formularte tu proyecto?
Los proyectos y los objetivos tienen en común que si los formulas mal vas a perderte y no llegarás a ellos. Lo que te formules, si haces lo correcto, se cumplirá, así que más te vale que te hayas planteado lo que de verdad querías conseguir.
Mi hijo hace unos años se planteó un objetivo personal en forma de proyecto. Cuando era infantil de último año a uno de sus compañeros del equipo de fútbol del C.E Europa en el que jugaba le llegó una oferta para fichar por otro equipo y eso fue un impacto en todos los demás, también en mi hijo, y él, que escuchaba en casa la importancia que tenía lo de plantearse proyectos, me dijo, “Voy a plantearme un objetivo para final de la temporada que viene: que me llegue alguna oferta de algún equipo.” A mí me pareció genial que mi hijo le diera tanta importancia a algo que yo comentaba en casa. Me hizo sentir, como tantas veces ha ocurrido en la vida, muy orgulloso de él. Le dejé hacer todo el proceso y solo le dije “Tienes que tener en cuenta que lo que formules lo conseguirás, así que formula exactamente lo que quieras conseguir. Si luego estás dispuesto a hacer todo lo necesario, ten por seguro que lo conseguirás.” Y así fue. Guille estuvo entrenando tanto como siempre, cada día con más ganas, hizo una temporada más que notable, aprendió mucho, demostró que estaba progresando y entrenó cada día con ese objetivo en la mente. Al acabar el año se acercaba el período en que los equipos preparaban sus plantillas para la temporada siguiente y entonces debían llegar las ofertas. Poco antes de acabar el curso, con el colegio, fueron a hacer una jornada deportiva a una zona de Barcelona y una de las actividades la preparaban jugadores de la UE Santboiana de rugby. Mi hijo se lo pasó fantásticamente con esa actividad. Al poco tiempo le llegó la oferta tan deseada… pero para jugar a rugby. Todo lo que hizo era correcto, menos concretar mucho el objetivo. Le faltó lo más importante, decir que la oferta la quería de un equipo de fútbol. Nada se puede sobreentender cuando formulas tus proyectos o tus objetivos.
Así que ten en cuenta lo siguiente:
Que sea concreto
Lo más concreto posible. “Quiero ir a París”, NO; “Quiero estar 15 días en París con mi pareja en Julio de este año”.
Que tenga fecha
Como ves en el caso anterior, no es lo mismo ir a París con tu pareja cuando tienes 25 años que cuando tengas 90… así que ponle fecha o no tienes nada más que un deseo, pero ni de lejos tienes un proyecto.
Que sea posible.
Si eres una pera desea ser la mejor pera posible, pero no pretendas ser una manzana o te frustrarás. Yo no voy a plantearme como proyecto jugar el año que viene de delantero en el Barça, lo tengo clarísimo. Para eso se me pasó el arroz y yo era muy bueno jugando a hockey sobre patines, pero en fútbol digamos que con no marcar en propia puerta me conformaba.
Que sea motivador.
Muchas personas se hacen trampa planteándose proyectos que ya tienen casi conseguidos. Eso no te hace salir de tu zona de confort, no te hace crecer nada, no te hace subir de categoría porque no supone conseguir nada que no tengas. Así que un proyecto ha de ser algo que tenga una parte de dificultad que te obligue a hacer lo que aún no has hecho. Eso es lo que debe motivarte aún más que conseguir tu proyecto.
Lo mejor de un proyecto conseguido no es el proyecto, es lo que has aprendido en el proceso de conseguirlo.
Que puedas comprobar cuando lo habrás conseguido.
Es decir que haya algo que te diga que ya has llegado a conseguir el proyecto que querías. Si concretas bien el planteamiento, este paso será fácil.
Que sea ecológico para tu entorno.
Es decir que conseguirlo no perjudique de alguna forma a alguien a quien quieres. Si eso ocurre te costará mucho más llegar a hacer lo que hay que hacer porque chocarás con esa parte emocional que te frenará hasta que la asumas. Por ejemplo, si tu madre sufre porque cuando te saques el carnet de conducir lo pasará fatal porque un pariente murió en un accidente de automóvil, deberás antes trabajarte ese miedo de tu madre para que no sea un obstáculo en el camino hacia tu proyecto. Ya ves, esas cosas pasan más de lo que piensas.
¿Cómo manejar un proyecto para que cada semana lo empujes hacia el resultado?
Muchos proyectos se quedan en nada porque cuando la persona que lo empieza se plantea lo que tendrá que hacer para conseguirlo su mente se va directamente al paso que será el más difícil y complicado, entonces se asusta y eso lo desmotiva a hacer nada. Yo siempre digo una cosa cuando asesoro a alguien que quiere poner en marcha un proyecto: que el primer paso sea fácil y gratis. Si tu primer paso es caro y complicado, es más probable que no empieces. Encontrarás muchas excusas para no hacer nada y tu proyecto no llegará a, ni siquiera, nacer.
Tu éxito será el resultado de muchos pasos, uno tras otro, te llevan al resultado. No adelantes los pasos difíciles, no empieces a pensar en eso cuando antes ni has dado los primeros pasos. Puede ser que tu proyecto tenga una dificultad que ahora te parece complicadísima, pero es que ahora esa dificultad aún está lejana. Empieza por el principio y ya llegarás. Cuando llegues a eso tan complicado, si has dado los pasos anteriores, te habrás entrenado para dar el que falta, ese tan complicado ahora te aseguro que no lo será cuando estés más entrenado y eso solo ocurrirá si das los pasos hasta llegar al difícil. Si te rindes antes, no hace falta que te preocupes porque a ese que ahora te parece tan complicado no llegarás jamás.
Así que céntrate lo más posible en hacer perfectamente el paso que has de dar en cada momento, por fácil que sea. Luzu, un vloger muy interesante, en uno de sus vídeos dice algo que te ayudará a entender lo que te digo: “No pienses en construir un muro, piensa en poner cada ladrillo de la manera más perfecta posible y al final tendrás el muro hecho.” Esa es mi recomendación.
Decide todos los pasos que tendrá tu proyecto, ponlos en orden, dales una fecha -yo te aconsejo que lo hagas semanalmente, es decir, “El paso 3 tengo que tenerlo hecho la semana del 15 de mayo”. Cuando llegue esa semana, ponlo en tu agenda en un día concreto, dale el lugar y el tiempo que necesitas, además de los recursos y hazlo sin excusas-. Habrás puesto ese ladrillo de la manera más perfecta posible.
Si cada semana empujas tu proyecto, antes de lo que crees lo habrás conseguido. Si no haces nada, seguro que eso no ocurrirá. Si te pasa eso, plantéate lo siguiente ¿De verdad te interesaba tanto que ya no lo estás empujando?
¿Cómo puedes mantener la motivación hasta conseguir un proyecto?
Si tienes claro que un proyecto es algo que te hará subir un peldaño de tu satisfacción personal, visualiza cómo será tu vida cuando lo hayas conseguido. Visualizar es algo que hacen los deportistas de élite muchas veces. Es tener una visión de tu vida con eso conseguido. Intenta pensar en lo siguiente para concretarlo al máximo:
¿Cómo será un día tuyo cuando hayas conseguido eso?
¿Qué sentirás?
¿Qué escucharás?
¿Qué verás?
¿Cómo lo vivirá tu entorno?
¿En qué mejorará tu vida?
Verte con el objetivo conseguido es la mejor motivación que se me ocurre para continuar cada día enchufado a hacer algo que te acerque a él.
Muchos son los autores que se han acabado convirtiendo en escritores de éxito, escribiendo 10 páginas cada día. Solo 10 páginas. El paso de su proyecto. El único que podían dar. Empezar a pensar si se lo publicarían o no, si les gustaría a sus lectores o no lo leería nadie, son solo maneras de distraerse de lo único que podían hacer: escribir 10 páginas cada día sin falta y sin excusa.
Jaume Josa