Mucha gente ha regresado de unas merecidas vacaciones. Muchos otros, sin oportunidad de hacerlas, continúan con resignación su camino a la búsqueda de nuevos proyectos, trabajos, colaboraciones, etc. Algunos que podrían haberlas hecho, han decidido ser precavidos con su economía y hacer vacaciones austeras. Otros apelando a la prudencia han decidido ahorrar para cuando vengan otros tiempos. Y muchos otros que no saben qué hacer, siguen en una dinámica de rutinas controladas donde se encuentran cómodos, sin alteraciones, sin cambios.
Con todo, cada final de un periodo vacacional, percibo en el ambiente algo desgraciadamente cada vez más común, un malestar, un mal humor y “una mala leche” considerables. Este estado de ánimo además es proyectado con fuerza hacia los demás con intención de contagio. Los que regresan de vacaciones porque se han de incorporar a un trabajo poco motivador o que no les gusta. Los que no tienen trabajo porque ven un horizonte obscuro y los que están en una situación intermedia si no tienen motivos los buscan, y casi todos sin excepción comentan:… ¡Ya se han terminado las vacaciones!, y encima……….
Si bien todo puede ser cierto, el ánimo claramente pesimista no ayuda precisamente al inicio de un nuevo periodo. Son legión los que nos obsequian con mala cara, con poco temple y actitud muy alejada del optimismo y las ganas de hacer algo.
Tenemos en el otro extremo los RAD (hablé de ellos hace un par de años) son los Resistentes Al Desaliento (rad). También se les han acabado las vacaciones y han regresado pero de otro humor y tono. Se les reconoce porque sonríen al vernos y preguntan con interés como han ido las vacaciones pese a todo. Cuando les toca a ellos responder, siempre hacen referencia al hecho de haber cargado pilas para reiniciar y retomar sus proyectos o iniciar de nuevos de cara al próximo ejercicio.
¡La diferencia de actitud es determinante para afrontar el futuro inmediato con motivación o por el contrario sin ella y preparando todo tipo de justificaciones para la inoperancia, la falta de efectividad, bajas productividades, stress y un tono emocional bajo, con fisuras y muy deprimente.
La actitud es un claro reflejo de la calidad de nuestros pensamientos.
Si tienes una actitud mental saludable y crees en ti mismo, y si además eres proactivo, entonces estas creando las circunstancias, intenciones, energías, vibraciones y expectaciones para acercarte hacia lo que deseas, incluyendo el nivel de bienestar que todos ansiamos.
La psicología cognitiva estudia estructuras, procesos y representaciones y trata del modo como las personas perciben, aprenden, recuerdan y piensan sobre la información.
Es importante saber que ciertos pensamientos, emociones o conductas pueden entrar en contradicción en nuestra psiquis y eso es frecuente y normal.
Si pensamos que nuestro trabajo es poco estimulante, no nos motiva y tenemos en mente el consabido “ total para lo que me pagan” …, vamos a provocar todo tipo de emociones negativas y estresantes, que nos alejan de posiciones de equilibrio emocional.
Además hemos de saber que muchas veces nos armamos de argumentos irracionales, usamos mecanismos de negación buscando alivios temporales de la tensión pero no soluciones al problema.
Muchos de nuestros pensamientos nos hacen sufrir innecesariamente o aumentan nuestros problemas. Cuando esto sucede, es importante analizarlos y cambiarlos.
Nuestra forma de pensar o estilo de pensamiento es aprendida y por lo tanto, la podemos modificar o aprender una manera que nos ayude a sentirnos mejor y obtener lo que deseamos.
Podemos manejar los sentimientos aprovechando los estímulos que nos ofrece nuestro entorno, y si pensamos que es difícil, es porque nos agarramos a la teoría de que verdaderamente lo es y ni tan siquiera lo intentamos.
Todo es cuestión de entrenamiento.
En una conferencia que realizó en 2011 Rafael Santandreu decía lo siguiente:
“Se puede aprender a ser más fuerte a nivel emocional. Ser fuerte a nivel emocional quiere decir que las emociones negativas nos afecten pero de manera mucho más controlada que cuando somos vulnerables. Es decir evitar que la tristeza se convierta en depresión, que la inquietud se convierta en ansiedad, que el enfado se convierta en rabia y en ira, que la vergüenza se convierta en timidez pronunciada. Porque si somos vulnerables a nivel emocional podemos limitarnos. Las emociones negativas es normal tenerlas pero no nos tienen que impedir tener una vida plena”.
El prestigioso psicólogo y escritor entre otros de Las gafas de la felicidad y El arte de no amargarse la vida, nos hace ver que los individuos que se deciden por provocar cambios en las estructuras de sus pensamientos, logran cambiar sus emociones a favor de un mayor equilibrio y en la búsqueda de su propia felicidad.
Así que a todos aquellos que tienen el privilegio de tener trabajo y tener que reanudar su actividad después del periodo vacacional, que afronten con ganas el futuro y que piensen en positivo para alegrar sus vidas y las de los demás.
Todos lo agradeceremos.
Miquel Pérez
Formador, mentor i coach en habilitats de comunicació i “ musculació emocional”.